Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

II Reyes 2, 7-23

7 Cincuenta hombres de la comunidad de los profetas vinieron y se
quedaron enfrente, a cierta distancia; ellos dos se detuvieron junto
al
Jordán.

8 Tomó Elías su manto, lo enrolló y golpeó las aguas, que se
dividieron de un lado y de otro, y pasaron ambos a pie enjuto.

9 Cuando hubieron pasado, dijo Elías a Eliseo: «Pídeme lo que quieras
que haga por ti antes de ser arrebatado de tu lado.» Dijo Eliseo: «Que tenga
dos partes de tu espíritu.»

10 Le dijo: «Pides una cosa difícil; si alcanzas a verme cuando sea
llevado de tu lado, lo tendrás; si no, no lo tendrás.»

11 Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con
caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo
en el
torbellino.

12 Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! Carro y caballos
de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más. Asió sus vestidos y los desgarró
en dos.

13 Tomó el manto que se le había caído a Elías y se volvió, parándose
en la orilla del Jordán.

14 Tomó el manto de Elías y golpeó las aguas diciendo: ¿Dónde está
Yahveh, el Dios de Elías?» Golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y
de otro, y pasó Eliseo.


15 Habiéndole visto la comunidad de los profetas que estaban
enfrente, dijeron: «El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo.» Fueron a su
encuentro, se postraron ante él en tierra,

16 y le dijeron: «Hay entre tus siervos cincuenta hombres valerosos;
que vayan a buscar a tu señor, no sea que el espíritu de Yahveh se lo haya
llevado y le haya arrojado en alguna montaña o algún valle.» El dijo: «No
mandéis a nadie.»

17 Como le insistieran hasta la saciedad dijo: «Mandad.» Mandaron
cincuenta hombres que le buscaron durante tres días, pero no
le
encontraron.

18 Se volvieron donde él, que se había quedado en Jericó, y les dijo:

«¿No os dije que no fuerais?».

19 Los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: «El emplazamiento de
la ciudad es bueno, como mi señor puede ver, pero las aguas son malas y la
tierra es estéril.»

20 El dijo: «Traedme una olla nueva y poned sal en ella.» Y se la
trajeron.

21 Fue al manantial de las aguas, arrojó en él la sal y dijo: «Así dice
Yahveh: Yo he saneado estas aguas; ya no habrá en ellas muerte ni
esterilidad.»

22 Y las aguas quedaron saneadas hasta el día de hoy, según la palabra
que dijo Eliseo.

23 De allí subió a Betel. Iba subiendo por el camino, cuando unos
niños pequeños salieron de la ciudad y se burlaban de él diciendo: «¡Sube,
calvo; sube, calvo!»